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Sahara es una buena madre

Sáhara es una hembra catalogada con el número 2145. Su primera observación es de 1995 como adulto/subadulto. Debe tener una edad de 23 años. Ha traído al mundo al menos 10 crías, de las cuales le han sobrevivido 9 a los dos meses de edad. Esto significa que es una buena madre. Toda una veterana exitosa.

La vimos el otoño pasado con su última cría, P849.

Cada día, la sacaba a pasear y la obligaba a nadar mar adentro con precisos y delicados toques de costado con su cuerpo y su cabeza. A unos 100 metros de distancia, cuando se acababa la protección del acantilado que forma un muro al norte de la entrada de la cueva, la dejaba decidir. Entonces, la pequeña se giraba inmediatamente y comenzaba a nadar rápido de vuelta a la seguridad de la cueva. Sáhara la acompañaba a su lado dejándola hacer. Pero cuando estaba a punto de alcanzar la puerta de su refugio, Sáhara la obligaba a darse la vuelta de nuevo y a comenzar una vez más su fatigoso ejercicio. A enfrentar el mar por segunda vez, resistiéndose, intuyéndosele una mueca de angustia en el rostro, como el puchero que anticipa el llanto en los niños. Pero su madre no se amedrentaba y continuaba impasible con el ejercicio, una y otra vez, hasta que consideraba que ya era suficiente.

Sáhara sabe que su cría debe estar preparada en lo que es fundamental para su supervivencia, nadar. Y habrá días de mala mar. Por eso Sáhara es una buena madre.
Aunque su cría sufra y no entienda este forzoso juego que la saca cada día del seco y mullido colchón de arena de la playa interior donde nació.

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