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Una inesperada visita

El viernes 12 de abril, recibimos una llamada desde Madeira, donde estamos llevando a cabo un proyecto LIFE con la foca monje del Mediterráneo. En aquél archipiélago sólo las habíamos visto en Madeira y Desertas, pero hete aquí que aquél viernes había aparecido una foca en otra de las islas: Porto Santo. Una inesperada sorpresa.

Resultó ser un hembra nacida en octubre de 2018, por lo que apenas contaba con seis meses de edad. Llegó delgadita y un poco mustia, así que se dedicó a descansar durante el día en la playa y salir a comer por las tardes.

El revuelo en la isla fue mayúsculo: autoridades, vecinos y turistas se acercaron curiosos a observar aquél fenómeno: ¡una foca en sus playas! La cierto es que, aunque hacía años que no ocurría nada igual, la dispersión de los ejemplares juveniles es bastante habitual, y entra dentro de las posibilidades ver a una joven foca luciendo palmito en las playas de Porto Santo, a pesar de no ser su habitual lugar de descanso o alimentación.

Ante tantas visitas, las autoridades ambientales enviaron guardas para vigilar su bienestar, se dieron charlas en la ciudad, y hasta se organizó un grupo de voluntarios que ayudaran en las labores de vigilancia e información. Toda la isla se volcó con nuestra pequeña protagonista.

Iba mejorando a ojos vistas y ganado peso, de manera que, diez días después dejamos de verla. Se hicieron esperas, llamadas, preguntas, horas en la playa con los prismáticos buscando cualquier señal de regreso, pero no volvió a aparecer. Se desmontaron los operativos, y todos volvieron a casa.

Esperamos que nuestra joven foca también haya regresado a su lugar de nacimiento, en Desertas, y continúe creciendo sana y feliz. Siempre le acompañará nuestro cariño y esperanza.

Aquí ya ha ganado peso

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Grupo de voluntarios

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