La península de Cabo Blanco está situada en medio de la costa occidental del desierto del Sáhara. La colonia se encuentra en su lado oeste, en un tramo con acantilados de más de 10 m de altura, en cuya base se sitúan las cuevas marinas que usan las focas, frente al océano Atlántico con su incesante oleaje. Unas condiciones complicadas que dificultan los trabajos de seguimiento de la población. Por eso, desde el inicio, ha habido que idear sistemas de control propios que nos permitieran el conocimiento de las focas dentro y fuera de las cuevas, agudizando mucho el ingenio.

En 1994 se consiguió instalar la primera cámara de video vigilancia colgada del techo de una de las cuevas principales y mirar la intimidad de su interior desde un monitor dentro de una caseta construida en el desierto. Desde entonces, se han instalado cámaras de video vigilancia en las 3 principales cuevas, primero con un seguimiento en modo analógico (con grabaciones en cintas VHS), y ahora, con tecnología digital en 4K.

Miles de horas de grabación y de reparaciones colgados de los acantilados

Las duras condiciones de trabajo de estos equipos colgados de la entrada de las cuevas y sometidos a la fuerza del mar, ha obligado a un continuo esfuerzo de reparaciones y sustituciones. Pero nos brindan un incalculable beneficio al poder seguir la evolución de los animales en el interior de las cuevas sin tener que molestarlos, viendo los partos y el crecimiento de las crías, identificándolos y estudiando su comportamiento en tierra.