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Descansando en libertad

Como cada mañana, el lunes 15 de agosto encendimos la cámara que nos permite observar desde la distancia, el día a día de las focas de la reserva “Costa de las Focas” en el interior de las cuevas de cría. Pensábamos iba a ser un día normal, en el que como cada uno de los que forman la época de cría, buscaríamos a las recién nacidas para asegurarnos que estaban bien y peinaríamos la playa, deseosos de ver algún nacimiento nuevo.

Pero ese día fue especial, mientras esperábamos pacientemente a que las crías nos mostraran su identidad enseñándonos su mancha ventral, y pese a la mala visibilidad que un día tan gris como ese nos brindaba, confirmamos que al fondo de la cueva había un individuo atrapado entre dos piedras.

Para entenderlo hay que remontarse al jueves 11 de agosto, cuando nos pareció ver al animal allí, pero bastante incrédulos decidimos que la visibilidad nos estaba jugando una mala pasada…¡Jamás se había detectado algo semejante en los 16 años de proyecto! Por lo que el primer pensamiento fue el de descartar semejante idea.

Pero ese lunes 15, conforme iba avanzando el día y la marea subía, la rareza de la posición en la que se encontraba el animal así como el que no se hubiera movido no sólo en todo el día, sino desde el jueves, hizo que empezara a cobrar sentido lo que antes creímos era una jugarreta del cerebro.

Y efectivamente, por la tarde de ese lunes mejoró la visibilidad y confirmamos con angustia como una cría de unos dos-tres meses de edad intentaba desesperadamente salir de donde estaba, emitiendo llamadas y luchando contra las olas que llegaban en marea alta. ¡Llevaba allí cinco días atrapada! (es importante decir, que los fines de semana el equipo de campo no trabaja y no hay nadie observando el interior de las cuevas de cría, de ahí que no se detectara antes. El viernes la visibilidad en el interior de las cuevas fue nula).

Observamos como se había quedado encajada entre dos piedras, que la aprisionaban parte del cuerpo a nivel de las escápulas. Se notaba claramente, que no iba a ser capaz de salir de esa trampa por sí misma y que era necesario intervenir para liberarla.

Pero se presentaba un problema, los dos técnicos que normalmente trabajan en la reserva, Abba M’bareck y Moulaye Haya, estaban en Madeira haciendo un intercambio dentro del proyecto LIFE foca monje que desarrolla allí la fundación CBD-Habitat y no regresarían hasta el 28 de agosto. En ese momento sólo estaba en la zona un técnico desplazado desde Madrid. La importancia de este dato radica en que una de las medidas de seguridad del proyecto es la de no entrar, bajo ningún concepto, en ninguna cueva, solo.

Después de una intensa comunicación con Madrid, se decidió una vez evaluada la situación y sin ningún tipo de duda, que otro técnico se desplazara desde Madrid a la reserva “Costa de las Focas” para poder liberar al animal. No la íbamos a dejar morir. Se pidió consejo al zoológico de Madrid, cuya ayuda incondicional al proyecto es tremendamente agradecida, y que no dudó ni lo más mínimo en asesorarnos en cómo tratar el animal en caso de que fuera preciso y en darnos el material necesario para atenderle en caso de que estuviera herida o deshidratada.

Y el jueves 18 llegó el día de la liberación. Deseábamos que fuera antes, pero los vuelos a Nouadhibou no son todos los días y fue el siguiente disponible desde que confirmáramos que el animal estaba atrapado. Después de varios días observándole impotentes desde la distancia, iba a llegar, por fin, el momento de liberarlo.

Así fue como a las 17:30, una hora después de llegar el avión desde Las Palmas de Gran Canaria, Fernando Aparicio y Mercedes Muñoz-Cañas, comenzaban a descender desde el acantilado y a entrar en la cueva de cría. El acercamiento al animal fue rápido, pero no generó ninguna estampida. Al llegar a donde estaba la cría, se pudo comprobar que el estado del animal era bueno y que no presentaba ninguna herida. Estaba, simplemente, encajada entre dos piedras.

Se intentó tirar de ella, conscientes de que no había que aplicar mucha fuerza para no hacerle daño, pero estaba tan encajada que fue imposible. Así que se decidió romper la piedra que la mantenía presa. La cría, todavía luchadora y vital y sin entender bien qué estábamos haciendo, nos lanzaba de vez en cuando dentelladas, que había que evitar, mientras se iba poco a poco rompiendo la piedra.

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Lugar donde estaba el animal atrapado

Después de quince minutos, llegó el momento esperado. El animal consiguió por fin, la libertad.

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Despacito se fue alejando de donde estábamos nosotros y como si de un regalo se tratara, se metió en el agua donde la esperaba otra cría de más o menos su misma edad y con la que se puso a jugar. ¡Qué sensación más maravillosa nos embargó!¡La habíamos salvado!

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Ninguna otra foca se fue de la cueva durante el tiempo que duró la intervención. Es verdad que después, con el ruido que hicimos para terminar de romper la piedra para que ningún otro animal volviera a caer, varios de los adultos que estaban en la playa, se fueron al mar. Pero durante todo el tiempo, nos acompañaron curiosas varias crías que descansaban en grupo muy cerca de donde estábamos.

Y de hecho, el día siguiente nos dio la razón. Al encender el monitor, vimos como varios individuos estaban justo en la zona donde el día anterior estaba la cría atrapada. Agradecimos la decisión que tomamos de romper y destruir cualquier remota posibilidad de que otro animal quedara atrapado. Vimos además que varios de los adultos que se habían ido al mar, estaban allí descansando o amamantando a sus crías.

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Cómo quedó después de romper la piedra

Pero lo mejor del viernes 19 de agosto, fue encontrar a nuestra pequeña protagonista, siendo mecida en la orilla por las olas y con el único recordatorio de su angustioso cautiverio, de un raspón a la altura de una de sus escápulas.

Es imposible describir la sensación de felicidad absoluta y descanso que nos embargó a todos los que habíamos vivido la historia desde el principio, los que mirábamos con angustia a la cría los días previos a la liberación. Nuestra pequeña protagonista estaba, por fin, descansado en libertad.

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