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Todos contra el cambio climático

Nuestro equipo lleva 20 años trabajando, aunque con diferentes siglas, en la conservación de la foca monje del mediterráneo en la península de Cabo Blanco. Y si algo hemos aprendido es que la conservación de las focas o de cualquier otra especie amenazada, no puede entenderse y gestionarse al margen de un amplio abanico de intereses humanos, ni al margen de la preservación de procesos naturales más amplios y complejos.

¿Y qué puede ser más determinante para las especies que el clima?

La celebración de la Cumbre de París sobre el cambio climático nos lleva a reflexionar sobre el asunto.

Aunque los procesos naturales son sumamente complejos y es casi imposible concretar en qué medida el cambio climático puede afectar a una especie como la foca monje, lo cierto es que existen predicciones preocupantes, que cuando menos hacen despertar las alarmas.

En primer lugar, el océano absorbe ingentes cantidades de C02 de la atmósfera y dado el escenario actual y el que se prevé hasta final de siglo, se va a producir un aumento de acidez del agua. Esto afectará a las cadenas tróficas (empezando por el fitoplancton) y por tanto a multitud de especies. Y la foca monje es un depredador que se sitúa en lo alto de la cadena trófica…

Por otro lado, se estima que los mares absorben entre un 80 y un 90 % del incremento de temperatura acumulada por el planeta. Esto provoca una dilatación del agua, que unido a la fusión del hielo de los glaciares y de las zonas polares, da como resultado una subida del nivel del mar. De hecho se estima que el nivel medio del mar ya ha subido unos 15 cm en el último siglo y se prevé un aumento adicional de 18 cm para 2030. Y sin duda esto no va a parar aquí. Las predicciones para finales de siglo son realmente alarmantes.

El riesgo más inminente para la foca monje, en relación al calentamiento global, probablemente esté en las cuevas de cría. Actualmente en Cabo Blanco, entre el 25 y el 40 % de las crías mueren antes de los 2 meses de vida, en buena medida a causa del efecto de los temporales y las mareas vivas en el interior de las cuevas. En estas condiciones, un pequeño incremento en el nivel del mar podría tener efectos graves en la supervivencia de las crías.

¿Serán capaces las focas de adaptarse a cambios tan rápidos como los que se avecinan? Lo que es evidente es que tenemos nuevos factores de incertidumbre para la conservación de esta especie.

Y de lo que no hay duda tampoco es que debemos aunar esfuerzos para mitigar esta grave amenaza para la vida, tal como la conocemos hoy, y trabajar por un nuevo modelo de desarrollo, verdaderamente sostenible.

Reflexionemos sobre cómo era este planeta hace dos generaciones y cómo será dentro de otras dos. ¿Qué estamos legando a las generaciones futuras?

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